EL ENTORNO DE LA DISCAPACIDAD


Discapacidad

Cuando una persona no tiene sus capacidades físicas o cognitivas plenas, y presenta dificultades para enfrentar o comprender las situaciones cotidianas, y cuando su relación con el entorno, bien sea físico o social, es entorpecido por estas falencias, entonces hablamos de una discapacidad.

Considero que la discapacidad tiene tres factores importantes en los que se debe trabajar para facilitar la vida de quien la vive: por un lado las deficiencias propias del discapacitado que le impiden desarrollarse y relacionarse de manera eficiente y completa; por otro lado el entorno físico que está diseñado para personas promedio, y que rara vez es amigable y práctico para las personas con discapacidad; y por último está el entorno social, que en su mayoría no está preparado, y en muchos casos no le interesa estarlo, para convivir con una persona con discapacidad.

Respecto a la inclusión

La vida de una persona con discapacidad y de su familia normalmente gira en torno al cómo lograr que la persona tenga una vida los más “normal” posible, es decir en el cómo hacer que la persona funcione lo más parecido a una persona promedio.

De manera que vemos familias y discapacitados luchando en dos dimensiones opuestas, pues en casa buscan que todo esté dispuesto para que el ambiente se acomode a la discapacidad, y en la calle en cambio se deben esforzar para que la discapacidad se acomode al ambiente, que por lo general es hostil (no necesariamente en el sentido de la agresión, sino de ser contrario a las necesidades).

En los casos de muchas discapacidades físicas, pero sobre todo en las cognitivas, el cambio de espacios, de uno controlado a uno que es totalmente impredecible, normalmente genera altos niveles de estrés que pueden llegar a ser intolerables para la persona, lo que en muchas ocasiones los puede llevar al aislamiento.

Por lo tanto el trabajo de inclusión que se debe hacer es buscar lo más conveniente para la persona con discapacidad, es decir trabajar en la dimensión externa, tratando de cambiar la situación, buscando que el ambiente y las personas se acomoden lo más posible a las diferentes discapacidades y no al contrario.

Las políticas de inclusión deberán ir siempre orientadas a la concienciación de las diferencias en las capacidades de las personas, en la forma de percibir el mundo y en la necesidad de una sociedad que valore al otro por ser persona, independientemente de cuánto pueda o no parecerse al promedio.

Una conclusión

Cada persona tiene diferencias que hacen que cada uno sea único; diferencias físicas, diferencias de personalidad, diferencias de temperamento, diferencias de comprensión, diferencias de capacidades intelectuales, diferencias en las creencias, diferencias en las posturas políticas, diferencias y más diferencias, que hacen que vivir en sociedad sea interesante, retador y hasta divertido. El problema está en que la sociedad espera que esas infinitas diferencias estén enmarcadas por unos linderos, linderos que han delimitado la llamada “normalidad”, y hay incomodidad cuando alguien los sobrepasa. Es allí donde radica la necesidad de cambio, de una mentalidad egoísta y cómoda a una abierta, dispuesta a encontrar todo un universo nuevo en la forma de percibir el mundo por aquel que día a día lo tiene que enfrentar de una manera totalmente distinta, para quien su cotidianidad es siempre un reto, pues desde la “anormalidad” la vida toma nuevos colores y formas que podrían enseñarle mucho a un mundo sumido en la rutina, el estrés, la agresividad y el desamor.

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